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VI

Una noche eterna.—Aspecto del campo al amanecer después de la helada.—En marcha.—Encuentro con indios.—Me habían descubierto de muy lejos.—Medios que emplean los indios para conocer á la distancia si un objeto se mueve ó no.—La carda.—Un monte.—Gente de Baigorrita sale á encontrarnos.

Baigorrita. Su toldo.—Conferencia y regalos.—Las botas de mis manos.—Carneada.—Una cara patibularia.

Hizo tanto frío, que ni teniendo lumbre toda la noche pude conciliar el sueño. Me di cien vueltas en la cama.

¡Qué envidia me daba oir roncar á los soldados lejos del fogón, hechos una bola como el mataco!

Ni la helada, ni el viento, ni la lluvia, ni el polvo les incomoda á ellos.

Este mundo se vuelve puras compensaciones. Yo tenía abundantes cobijas, quien atizara el fuego toda la noche, y no podía dormir.

Ellos apenas tenían con qué taparse, y dormían como unos santos varones.

La noche me parecía eterna.

—En cuanto quiso aclarar, me levanté, puse á todo el mundo en movimiento, hice dar vueltas las tropillas para que los animales entraran en calor, hasta que llegara la hora conveniente de bajarlos á la laguna,