—¿Y de dónde venía?
—De lo de Calfucurá.
—¿Qué, por ahí va el camino ?
—Por ahí.
—¿Y cuántos días de camino hay del toldo de Estanislao al de Calfucurá ?
—Dos días y medio.
—i Y habla castellano ese hombre ?
—Sí, señor.
Aquí interrumpí el diálogo con el hijo de Colchao, y dirigiéndome al otro, le dije :
—¿Con que te estabas haciendo el zonzo ?
No contestó.
—Habla, imbécil—le dije.
—Tengo vergüenza—me contestó.
—Has de ser algún bandido—repuse, y dándole las espaldas, les dije en voz baja á mis ayudantes :rígüenle la vida.
- —aveIba á retirarme, pero se me ocurrió una pregunta esencial. Se la hice.
—¿De dónde eres?
—De Patagones.
—¡ Ah!—dijo_mi ayudante Rodríguez,—á mí me has dicho hace un rato que chileno.
—Y á mí, no recuerdo quién, que de Bahía Blanc.
—Sí, ha de ser algún pícaro—les contesté.
Y esto diciendo me dirigí al toldo de mi compadre.
Estaba como le había dejado, en la misma posturaseguía picando tabaco con la navaja y hablaba con Juan de Dios San Martín.
Me senté, y le hice preguntar por el lenguaraz quien era el desconocido.
Me contestó que no sabía, que lo había visto; pero que había creído que era de mi gente.