XIV
Sueño fantástico.—En marcha.—Calixto Oyarzábal y sus cuentos.—Cómo se busca de noche un camino en la Pampa.—Campamento. Los primeros toldos.—Se avistan chinas.—Algarrobo.—Indios.
Después que arreglé mi buena cabecera, me volví á quedar dormido, hasta que Camilo, el exacto y valiente Camilo se acercó á mí y diciéndome al oído: Mi Coronel, me despertó.
Tenía en ese momento un sueño que era como la perspectiva confusa del pintado calidoscopio.
Estaba en dos puntos distantes al mismo tiempo, en el suelo y en el aire. Yo era yo, y á la vez el soldado, el paisano ese, lleno de amor y abnegación, cuya triste aventura acababa de ser relatada por sus propios labios, con el acento inimitable de la verdad. Yo me decía, discurriendo como él :—¡Qué ingrata y qué mala fué Petrona! y discurriendo como yo mismo,—Byron, tan calumniado, tiene razón: en todo el clima el corazón de la mujer es tierra fértil en efectos generosos; ellas, en cualquier circunstancia de la vida saben, como la Samaritana, prodigar el óleo y el vino. De repente yo era Antonio, el ladrón del padre de Petrona, ora el Juez celoso, ya el caho Gómez, resucitado en Tierra