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Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/163

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XVII

Un cuerpo sano en alma sana.—El mate.—Un convidado de piedra. Pánico y desconfianzas de los indios.—Historias.—Un mensajero de Canlupán.—Visitas.—En marcha.—Calcumuleu.

—Nuevo mensajero —La noche. — Amonestaciones — Primer regalo.—Unos bultos colorados.

Los franciscanos, como de costumbre, habían hecho sus camas muy cerca de mí.

Así dormíamos siempre.

Yo se los había recomendado.

La abnegación generosa de estos jóvenes misioneros; su paciente conformidad en los peligros; su carácter afable, su porte siempre comedido, sus mismas simpáticas fisonomías, todo, todo lo que constituye la persona física y moral, inspiraba hacia ellos una fuerte adhesión.

Se concibe, pues, que unido á estos sentimientos el deber que tenía de cuidarlos, tratara de tenerlos constantemente á mi lado.

Cuerpo sano en alma sana es roncador.

Los reverendos roncaban á dúo, haciendo el padre Moisés de tenor y el padre Marcos de bajo profundo.

Estuve tentado algunas veces de hacerles alguna broma, pero debían estar tan fatigados, que habría sido