Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/176

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—Usted es célebre por sus dichos.

—Y por mis desgracias, como sir Walterio Raleighle contesté, diciendo para mi capote :

—Así es el mundo, trabajamos por hacernos célebres en una cuerda y lo conseguimos por el lado del ridículo.

¡Nos cuesta tanto conocernos!

Crisóstomo continuó:

—Yo vivía en la calle del cerro de Intiguasi.

Este cerro está cerca de Achiras, y su nombre significa en quichua, si no ando desinemoriado en mis recuerdos etnográficos y filográficos, casa del sol. Diéronselo los incas en una de sus famosas expediciones por la parte oriental de la Cordillera. Inti, quiere decir sol, y guasi casa.

—Vivía con mis padres, cuidando unas manadas, una majada de ovejas pampas y otra de cabras.

También hacíamos quesos. No nos iba tan mal. Hubo una patriada, en la que salieron corridos los colorados con quienes yo me fuí, porque me arrió don Felipe—se refería á Saa,—anduve á monte mucho tiempo por San Luis, y cuando las cosas se sosegaron, me volví á mi casa. Los colorados nos habían saqueado. Los pobres siempre se embroman. Cuando no son unos, son otros los que les caen. Por eso nunca adelantamos. Seguimos trabajando y aumentando lo poco que nos había quedado hasta que me desgracié...

Aquí frunció el ceño Crisóstomo, y un tinte de melancolía sombreó su cobriza tez, quemada por el aire y el sol.

—¿Y cómo fué eso?—le preguntéi Las mujeres! ¡ las mujeres, señor! que no sirven sino para perjuicio—repuso.

—¿Y ahora no tienes mujer?

—Sí tengo.

—¿Y cómo hablas tan mal de ellas?