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Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/198

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de aparato teatral para deslumbrar ó embaucar á la multitud!

De repente hizo alto un grupo de indios que nos precedía.

—Hay alguna novedad—me dijo Mora, porque si no aquéllos no se habrían parado.

—¿Y qué será?

—Cuando menos han avistado algún parlamento.

—¿De quién?

—Del general Mariano.

—¿Y cuántos tendremos que encontrar antes de llegar á Leubucó?

—Quién sabe, señor; eso depende de los honores que el general le quiera hacer.

Un indio venía á media rienda hacia nosotros, destacado del grupo que acababa de hacer alto, en busca de Caniupán.

Sujetamos.

Habló con él en su lengua, y luego, partió á escape, contramarchando.

Caniupán me dijo:

—Viniendo parlamento.

—Me alegro mucho.

—Topando con él, galope.

—Bueno, topando al galope.

Y esto diciendo, nos pusimos al gran galope sin reparar en nada.

Yo echaba de cuando en cuando la vista atrás, y veía á mis franciscanos, expuestos sin remisión á dar una furiosa rodada, y contenía un tanto la carrera de mi caballo para que aquéllos se me incorporaran, pues Caniupán me decía á cada momento: poniendo padre á tu lado.

Así íbamos ganando terreno, levantando torbellinos de arena, rodando más de cuatro en pocos instantes