Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/217

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 213 —

tardamos en avistar la nueva serie de embajadores en cuyas garras íbamos á caer.

Caniupán me dijo:

—Ese comisión, lindo, grandote.

—Ya veo que es linda—le contesté.

Y tenía razón en lo de grandote, porque, en efecto, formaban un grupo considerable.

Caniupán me dijo:

—Topando fuerte, hermano.

—Topando como guste—le contesté.

—Mandando hacer alto, hermano—agregó.

Hice alto.

—Formando gente, hermano—me dijo.

Llené sus indicaciones, y mi comitiva formó en batalla, poniéndome yo con los frailes al frente en el orden de antes. Los indios de Caniupán me cubrieron la retaguardia y los otros, haciendo dos alas, se colocaron á derecha é izquierda de mí. Las tres banderas ocuparon el centro de la línea que formábamos, como á veinte pasos á vanguardia. Caniupán iba á mi lado.

Formados en esa disposición, rompimos la marcha al galope.

Los que venían avanzaban también al galope.

Oyéronse toques de corneta.

Caniupán me dijo:

—Ese comisión ahorita topando.

—Ya lo veo—le contesté.

Galopamos algunos minutos, hicimos alto viendo que los que venían se habían parado, y después que hablaron con Caniupán, trayendo y llevando mensajes varios indios, continuamos la marcha.

A una indicación de corneta, Caniupán me dijo:

—Ahora topando ya, hermano.