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Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/229

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El número no se había aumentado ni disminuido por fortuna; ninguna desgracia había ocurrido. En cuanto á las armas, consistían en cuchillos, sables sin vaina entre las caronas y cinco revólveres, de los cuales dos eran míos.

El hijo de Mariano Rosas regresó á dar cuenta de su misión. Más tarde vino otro enviado y con él la orden de que nos moviéramos.

Una indicación de corneta se hizo oir.

Reuniéronse todos los que andaban desparramados; formamos como lo describí ayer y nos movimos.

Ya estábamos á la vista del mismo Mariano Rosas; yo podía distinguir perfectamente los rasgos de su fisonomía, contar uno por uno los que constituían su corte pedestre, su séquito, los grandes personajes de su tribu, ya íbamos á echar pie á tierra, cuando:

¡ sorpresa inesperada! fuímos notificados de que aun había que esperar.

Esperamos, pues...

Habiendo esperado yo tanto; ¿por qué no han de esperar ustedes hasta mañana ó pasado?

La curiosidad aumenta el placer de las cosas vedadas difíciles de conseguir.

UNA EXCURSIÓN 15.—TOMO I