El aire libre, el ejercicio varonil del caballo, los campos abiertos como el mar, las montañas empinadas hasta las nubes, la lucha, el combate diario, la ignorancia, la pobreza, la privación de la dulce libertad, el respeto por la fuerza; la aspiración inconsciente de una suerte mejor—la contemplación del panorama físico y social de esta patria, produce un tipo generoso, que nuestros políticos han perseguido y estigmatizado, que nuestros bardos no han tenido el valor de cantar, sino para hacer su caricatura.
La monomanía de la imitación quiere despojarnos de todo; de nuestra fisonomía nacional, de nuestras costumbres, de nuestra tradición.
Nos van haciendo un pueblo de zarzuela. Tenemos que hacer todos los papeles, menos el que podemos. Se nos arguye con las instituciones, con las leyes, con los adelantos ajenos. Y es indudable que avanzamos.
Pero no habríamos avanzado mas estudiando con otro criterio los problemas de nuestra organización é inspirándonos en las necesidades reales de la tierra?
Más grandes somos por nuestros arranques geniales, que por nuestras combinaciones frías y reflexivas.
¿Adónde vamos por ese camino ?
A alguna parte, á no dudarlo.
No podemos quedarnos estacionarios, cuando hay una dinámica social, que hace que el mundo marche y que la humanidad progrese.
¡Pero esas corrientes que nos modelan como blanda cera dejándonos contrahechos, nos llevan con más seguridad y más rápidamente que nuestros impulsos propios, turbulentos, confusos, á la abundancia, á la riqueza, al reposo, á la libertad en la ley ?
no soy más que un simple cronista; ¡ felizmente!
Me he apasionado de Miguelito, y su noble figura me arranca, á pesar mío, ciertas reflexiones. Allí don-