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XXXI

Ojeada retrospectiva.—El valor á media noche, es el valor por excelencia.—Miedo á los perros.—Cuento al caso.—Qué es loncotear.—Sigue la orgia.—Epumer se cree insultado por mí —Una serenata.

Estábamos en el toldo de Mariano Rosas cuando conocí por primera vez á Miguelito.

La orgía había comenzado:

«Este chilla, algunos lloran, Y otros á beber empiezan, De la chusma todo al cabo La embriaguez se enseñorea.> Los franciscanos comprendiendo que aquello no no rezaba con ellos, se pusieron en retirada, refugiándose en el rancho de Ayala; los oficiales se habían colocado á distancia de poder acudir en auxilio mío si era necesario; los asistentes rodeaban la enramada con disimulo; Camilo Arias, con su aire taciturno, se me aparecía de vez en cuando como una sombra, diciéndome de lejos con su mirada ardiente, expresiva, penetrante:

por aquí ando yo.

Por bien templado que tengamos el corazón, es indudable que el silencio, la soledad, el aislamiento y el