XXXV
El toldo de Mariano Rosas visto de la enramada.—Preparativos para recibirme.—Un bufón de Leubucó —De visita.—Descripción de un toldo. La mesa.—El indio y el gaucho.—Paralelo afligente.—Reflexiones.—La comida.—Un incidente gaucho.
La puerta del toldo de Mariano Rosas, caía á la enramada.
Varias chinas y cautivas lo barrían con escobas de biznaga, regaban el suelo arrojando en él jarros de agua, que sacaban con una mano de un gran tiesto de madera que sostenían con otra; colocaban á derecha é izquierda asientos de cueros negros de carnero, muy lanudos, ponían todo en orden, haciendo líos de los aperos, tendiendo las camas, colgando en ganchos de madera, hechos de horquetas de chañar, lazos, bolas, riendas, maneadores y bozales.
Una cuadrilla de indiecitos sacaba en cueros, arrastrados mediante una soga de lo mismo, los montones de basura é inmundicia que las chinas y cautivas iban haciendo en simetría, revelando que aquella operación era hecha con frecuencia.
Un grupo de chinas de varias edades se peinaba con escobitas de paja brava, arreglando sus largos y lustrosos cabellos en dos trenzas de á tres gruesas guede-