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escrita de lo que en ellas se trató. Mal habría podido, por lo demás, labrarse actas de lo que no pasaba de un cambio amistoso de ideas, de una simple conversación de camaradas poseidos de una misma vocación. No es presumible, sin embargo, que, en un cenáculo donde figuraban al lado de algunos hombres modestos otros de verdadera distinción y hasta de alcurnia intelectual, la conversación no transpusiera a veces los estrechos horizontes del territorio numismático para escalar las cimas elevadas de la historia. Como quiera que sea, las cosas continuaron asi durante cerca de diez años, hasta que el verbo creador del más ilustre de los contertulios, el general Mitre, pronunció el «fiat» genesíaco, iniciándose entonces el periodo que pudiéramos llamar semiorgánico de la junta.

El 11 de agosto de 1901, según relata la primera de nuestras actas, reúnense en la morada de Rosa catorce miembros de la Junta de numismática y de historia, como entonces se denominaba la agrupación, y hallándose ausente Mitre, el dueño de casa manifiesta que el general «le había hecho presente que creia era necesario que la junta diera señales de vida, haciendo algo práctico y de utilidad y no limitarse a mandar acuñar medallas; que, de acuerdo con esa indicación, habia convocado a esa reunión a los señores de la junta, a fin de que tomaran las resoluciones que estimaran convenientes». El documento referido enumera, después, las resoluciones adoptadas en dicha asamblea, que consistieron: en encargar a los socios la redacción de sendos trabajos histórico-numismáticos, destinados a leerse en la junta y a ser después publicados bajo la responsabilidad de sus autores; en designar las primeras autoridades de la corporación, que lo fueron sólo tres: el general Mitre, como presidente, el señor Rosa, como vicepresidente, y el doctor José Marcó del Pont, como secretario; en celebrar sesión periódicamente, el primer domingo de cada mes; y en encargar al socio doctor Ernesto Quesada buscara un lema adecuado para la junta. Asi comenzó ésta su periodo de organización, en forma todavía incipiente y extranormativa, puede decirse, pues no tenia aún estatutos y siguió careciendo de ellos por algún tiempo.

Paulatinamente, a pasos contados, fue dándose la junta normas de vida y creando, con ellas, su propio derecho. En la sesión del 1.° de septiembre de 1901 resuelve cambiar de