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nombre, marcando, con ello, una nueva orientación a su finalidad y alzando muy en alto su punto de mira. Primitivamente, habíase titulado Junta de numismática; apodose después, Junta de numismática y de historia, como ya hemos visto; en la citada reunión resolvió invertir estos términos, pasando la historia al primer puesto. Lo secundario cedía su puesto a lo principal, según es ley natural del universo, y la numismática, disciplina ancilar, es decir, sierva, como se ha llamado también a las técnicas auxiliares de la historia, ocupaba el lugar de acólito en el nombre de la corporación, la que manifestaba, con ello, nuevas y más elevadas aspiraciones, pues no siempre es exacto decir que el nombre no hace a la cosa. En la misma sesión de convino en que, sin perjuicio de los estudios encomendados a sus miembros, la compañía procediera a reimprimir libros raros referentes a América, iniciándose así las publicaciones de la junta, que comenzaron con la reimpresión de la primera edición tudesca de la obra de Ulderico Schmiedel, en correcta versión castellana.

En la sesión del 6 de noviembre hizo el doctor Mantilla sancionar un precepto importante: que, en lo sucesivo, las reuniones de la junta no se limitaran, como hasta entonces, a conversaciones sobre asuntos generales no determinados con antelación, sino que se realizaran al principal objeto de escuchar la lectura de trabajos presentados por los socios y al de discutir algún tema indicado de antemano en la orden del día. Se estableció, además, varios requisitos para la admisión de nuevos miembros, a los que se imponía el deber de presentar algún trabajo en el acto de su incorporación. Y, en la sesión de clausura del año, realizada el 1.º de diciembre, el acta respectiva consigna una escueta, pero interesante mención: «Con ocasión de ser la primera vez que preside la junta después de su organización, el señor general Mitre pronunció unas sentidas y elocuentes palabras alusivas al acto». Escuchó después la asamblea la lectura del primer trabajo escrito presentado en su seno: «Hachas de piedra en la Pampa Central», por el doctor Juan B. Ambrosetti. Las conclusiones de este fueron objetadas por el señor Outes y defendidas por el autor y el señor Pelleschi, iniciándose, con ese debate, nuestras cultísimas, amenas y saludables justas académicas. Cerró la discusión el general Mitre, quien, como lo expresa el acta, «felicitó al conferenciante en nombre de la junta, diciendo que no se podía