Página:Una traducción del Quijote (1).djvu/4

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vestida; la otra anciana, de cabellos blancos, de aspecto fino y bondadoso.

La primera era la doncella de la Princesa, la segunda su aya Susana Katti, que la habia visto nacer.

Susana, —dijo la Princesa, mientras se entregaba á los primeros cuidados de la doncella,— ¿has visto qué mañana tan hermosa?

— Efectivamente, hija mia; por fin aparece este famoso sol de España.

— Yo quiero pasear y correr, para desquitarme de estos dias de reclusión.

— Si quieres, irémos al Retiro.

En su calidad de casi madre, el aya tuteaba á la Princesa.

— ¿Y qué es el Retiro? — preguntó ésta.

— Según Juan, el criado español que hemos recibido, es una posesión Real, dentro de Madrid: especie de jardin público muy vasto y ameno.

—Irémos, pues, al Retiro, de lo que Coraly se alegrará no poco.

Coraly era la perrita microscópica de la Princesa.


III.

Desde aquel dia, esta no faltó ni una sola mañana al Retiro, que agradóla sobremanera.

Ciertamente el Retiro es un sitio encantador, quizá por causa de su desaliño y de sus contrastes. En su recinto hay de todo: conatos de parque Real y de bosque, un parterre atildado como la prosa de un académico, trozos de huerto, terrenos plantados de olivos como en los alrededores de Jerusalen y sitios en donde la brisa es fresca y perfumada, mientras que en otros sopla el viento harmatan de la Cafreria.

La Princesa era extremadamente aficionada al campo. Aun quedaban en ella resabios de niña, y gustábala aspirar el aire puro, y dar expansión á su necesidad de movimiento.

El Retiro tenia además otro atractivo para ella: el de la soledad. Exceptuando muy pocos sitios, frecuentados por contadas personas, por la mañana, la vasta posesión está casi desierta, y la linda juguetona podia juguetear con su perrita sin exponerse á las miradas indiscretas.