LUIS GIL SALGUERO
primero; lo segundo, inenarrable y horroroso. En él lo verdadero, extraordinario y novedoso, “está solo, desamparado, seguro sin duda, pero como el germen, como el reciénnacido, débil actualmente, aunque fuerte, con todo el porvenir fatalizado en él). En su caso, lo mismo importa la hostilidad y la diatriba de los pedantes, que la exaltación des- viada de los entusiastas. Su centro de visión perso- nal tan sólo en parte es confesable: en lo que tie- ne de más hondo, apenas si podrá ser comprendi- do; toda su doctri sa, está fatalizada en él. Y podrá descubrirla el porvenir siempre que nos aporte a otros escogidos, filósofos, bestias de carga, que decía el otro, destinadas al sacrificio...
También lo novedoso de su esfuerzo está ocul- tado y recubierto por la indisposición, por la in- comprensión, por la tendencia que en distinto gra- do tenemos todos a explicar lo nuevo por las aso- ciaciones habituales anteriores, por la memoria de lo vivido. Y por el error. Vaz Ferreira ha descu- bierto el curso de lo verdadero a través de una abismática meditación del error. Aquel que no ha- ya despertado del dogmático sueño de las cultu- ras, y no sepa discernir la falsa originalidad de la verdadera, ése lo perderá para siempre. El ha des- cubierto y seguido el proceso de intrincación inde- finida, que en dolorosa confusión tejen lo real, lo imaginario, la mentira y el error, que solidifican la trama de lo real y que, en este caso, ocultan el