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Bordeando la misma y siempre en descenso, se presenta en su orilla izquierda, un banco de calcáreo oolítico, que ha sido tomado por algunos, como de arcilla refractaria.

El río va serpenteando por entre ciénegos, por un gran trecho, proporcionando á los animales su pasto propio para que puedan alternar, mejorando, con la cortadera, que es lo único que existe en esta región, aprovechable para el ganado, fuera del Hiro acerado.

La quebrada poco á poco va ensanchándose formando playas extensas, ciénegos pantanosos, ó barrancones altos de piedra triturada y cascajo, ó médanos de arena fina.

A la izquierda, ya muy abajo, aparece en el flanco de un cerro la boratera de Antuco que anteriormente, ha sido muy trabajada. Luego los médanos se hacen cada vez más frecuentes y pesados hasta llegar á Olacapata grande; que es una gran quebrada, como un anfiteatro, toda de pórfido convulsionado y areniscas denudadas, que ofrece abrigo, leña, agua y algún pasto para los animales. Marcha 50 kilómetros.

De allí siguiendo un camino medanoso se continúa bajando la quebrada hasta llegar al Salar de Caurcharí que se presenta como un extenso valle blanco, rodeado de montañas y flanqueado al Norte por altos cerros del Rosario y al Sud por el imponente Nevado de Pastos Grandes, (6404 metros) y el Cerro de Caurcharí.

En este punto los caminos se bifurcan siendo todos sendas de mulas: uno toma la falda oriental del Salar para cruzarlo después diagonalmente en dirección S. E. á N. N. W. y conduce á Siberia.

Otro sigue del S. E. al Norte casi derecho, pasando por el Salar casi cerca de su lado oriental, y lleva al Rosario de Susquis y á Bolivia.

El tercero toma al Oeste casi rectamente hasta llegar al cerro y ciénego de Caurcharí, donde los animales con algún riesgo, por lo pantanoso, pueden tomar agua, y comer algún pasto y paja; y en ese punto se vuelve á bifurcar: siguiendo uno al Oeste entrando en la quebrada de Catua, que es él camino nacional de Chile ó de Acacama; otro al Norte, costeando los cerros del poniente que conduce también á Siberia, y es el que se