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Página:Viaje al Interior de Tierra del Fuego (1906).pdf/69

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ocupadas por grandes bandadas de patos que alli se amontonaban sin tomarse la molestia de escapar.

¡Qué haber de patos en Tierra del Fuego! Creo que nunca pasé más de media hora sin sentir su presencia. En la playa del mar se amontonan y se tienden buscando alimento entre las algas, en comunidad con las gaviotas y las abutardas. ¿Calcularlos? ¡Imposible! Son enjambres cuando están en la playa y nubes cuando vuelan.

A las 4.10 p. m. vadeamos el Río del Fuego con la bajante de la tarde. Próximo á la desembocadura, es angosto de 8 y 10 metros, con las orillas completamente á pique y el fondo pedregoso. El agua, nos daba apenas arriba de los estribos. Veinte minutos después, echábamos pie á tierra en el Destacamento de Río del Fuego, habiendo galopado ocho leguas en tres horas y media. ¡Buena jornada había tocado á los maturrangos!

Lejos de los pueblos en que nacieron, sin más bullicio que el rumor de las olas que revientan en la playa, sin más alegrías que el grito de los chiquillos, sin más amor que el de sus compañeras indias, llevados allí unos por el vicio y otros por la miseria—viven los gendarmes á cuyo cargo está el cuidado del territorio contra los avances de los hainbrientos onas.

Su jefe inmediato, es el sargento Fermin Quinto, un joven correntinorígido y disciplinado, bien capaz de sujetar á los nenes que tiene á sus órdenes.

Y podrá, quien esto lea, figurarse de qué clase son aquellos, —vencidos que la vida arrojó á tan apartado lugar, bebedores y jugadores que ya nadie soportaba y que encuentran en Río del Fuego, económico sanatorio.

Cuando nosotros llegamos, había allí nueve individuos de los que, cuatro tenían sus esposas, ó sca matrimonios á la fueguina, sin partida en el Registro Civil y sin bendición religiosa, lo que hace un total de trece personas adultas á las que hay que agregar cuatro criaturas.

Aun tengo algo más que censar en Río del Fuego: los perros, muy dignos de ser tenidos en cuenta por su gran utilidad.

La clase que encontré allí, á parte de algunos guardianes, es la llamada guanaquero, una variedad de galgo de color leonado, alta, de 0.75 centímetros hasta la cruz y que se emplea para la caza del guanaco, á lo que debe su nombre. A mi juicio. estos perros debieron ser traídos de Europa por el Sr. Bridges ó algún otro misionero inglés. En las localidades que distan de las estancias, el guanaquero es un colaborador indispensable para el que las habita, pues siendo como es, tan rápido el guanaco en la carrera, no alejándose sino en muy raros casos de los bosques que tanto abundan y refugiándose en ellos al primer peligro, como que bien conoce que en el bosque es imposible su persecución y por lo demás, siendo tan difícil por todo esto su caza á bala, el habitante de Tierra del Fuego, se vería con frecuencia obligado á largas jornadas, en busca de carne.

Pero el guanaquero husmea el rastro. Sigue la senda del guanaco,