Página:Viaje en las rejiones septentrionales de la Patagonia.djvu/104

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a hacer un reconocimiento adelante. Me paré con el resto de la jente i al hacerles reparar lo que divisaba, el gordo, sea a consecuencia de la debilidad, resultado de las fatigas i e ociones que habia esperimentado, o sobrecojido de un terror pánico o que se atribuya a una conjestion cerebral debida a su temperamento apoplético, cayó del caballo como una masa inerte. Le trasportamos cerca de unos charcos de agua, i luego bañándole la frente con agua fresca recobró sus sentidos. Soto volvió i montando en el caballo se dririjió a la cresta. Media hora despues volvió i me contó que lejos, mui lejos, i siguiendo la orilla del Limay, se le veia ir a juntarse con otro rio, i que cerca del confluente habia divisado toldos. Era ya tarde i demasiado peligroso aventurarse en esas pampas privadas de agua, sin estar cierto de llegar ántes de la noche; nos replegamos al punto en donde habiamos rodeado el estero i allí resolvi esperar noticias de Ud., i en el caso de no recibirlas, retirarnos a las orillas del Limay, en donde habiamos dejado las provisiones. Encendimos fuego, dividi en seis partes iguales el charqui, i distribuí a cada uno su porcion, no sabiendo lo que nos reservaba el porvenir, dejando a cada uno la libertad de economizar sus víveres.

"En la noche, en la cresta que no habíamos encimado, divisamos dos hombres a caballo; no vieron probablamente nuestras señales, porque dieron vuelta i desaparecieron. Eran los que Ud. habia mandado en busca nuestra. No creí prudente pasar la noche en donde nos hallábamos; podian pasar indios por allí; fuimos a acamparnos a quinientos metros, a la derecha del sendero, en una quebrada grande en donde quedábamos bien escondidos. El fiel Tigre fué puesto de centinela encima de las rocas que la dominaban; allí amarramos el caballo, i para mayor precaucion, dormimos sin fuego. Al amanecer, fuimos otra vez a la orilla del estero; no teniendo noticias de Ud. i convencidos que el lugar mas conveniente para nosotros en todo caso, era cerca del bote i de las provisiones, me marché con la jente hácia el lugar del naufrajio. De esta manera si venian por nosotros, sin duda alguna vendrían los mismos dos indios que nos hallaron primero, pasaria a por el mismo camino del dia precedente i nos encontrarian. Nos pusimos en marcha, i al llegar al Limay, seguimos el sendero, pero mandé a Soto que a caballo rejistrase paso a paso las playas del rio; así podiamos recojer las cosas que la corriente hubiese arrojado a las orillas. No fué infructuosa esta medida; Soto recojió el paquete con las frazadas i dos sacos de harina mui poco mojada. Al fin llegamos al campamento del 7. Apenas habíamos