En Valdivia me ocupé de todos los preparativos para mi vuelta a donde los indios. Cárdenas, que habia entrado a mi servicio, con el objeto de acompañarme durante el nuevo viaje, se puso en marcha para comprar en Arique el aguardiente necesario tanto para el rescate de los rehenes, como para procurarme la amistad de los caciques; i algunos caballos para el viaje; al mismo tiempo debia conducirlo a Arsquilhue, última estacion en este lado de la cordillera.
Como habia perdido todos mis instrumentos en el naufrajio, necesitaba a lo menos una brújula para tomar las direcciones durante el viaje i un barómetro para calcular las alturas i hacer algunas observaciones. Encontré facilmente una brújula de bolsillo para Lenglier: yo iba a usar un reló de sol portátil, dotado de una buena aguja, que mi buen amigo el Doctor Fonck, sabedor de mi determinacion, me habia remitido de Puerto Montt. Con este reló, tenía la ventaja de poder determinar bastante aproximadamente la hora para las latitudes que iba a calcular con otro pequeño instrumento que hice construir, semejante a uno que habia perdido en el Limai. Este aparato, aunque imperfecto, llenaba el objeto; por su sencillez puede prestar grandes servicios. Se compone de una plancheta cuyo largo varia con la latitud en que se viaja: como nosotros sabíamos que no debíamos salir de los paralelos de Valdivia i Puerto Montt, entre los 40° i 42°, i ademas como podiamos determinar la duracion del viaje, nos era fácil calcular el mayor largo de la sombra para la latitud mas alta, así es que nuestra plancheta solo tenia 30 centímetros de largo; un ancho de 10 centímetros es suficiente, porque facilmente se puede apreciar la hora en que pasa el sol por el meridiano. Ahora, la aguja que da el largo de la sombra debe estar fija en el medio de un estremo de la plancheta, perfectamente vertical, i en ángulo recto con ella. La mejor forma que se la puede dar, es la de un rectángulo terminado por un triángulo de menor base que el rectángulo; de esta ma-