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Página:Viaje en las rejiones septentrionales de la Patagonia.djvu/205

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verticales moviéndose con mucha velocidad sobre el horizonte, los perros, a puntos de diversos colores corriendo en todas direcciones i de las alturas de los alrededores bajaban al galope los indios, fáciles de distinguir por el color resaltante de los chiripás. Entonces los grupos se pronunciaron, cada uno escojió el animal en cuyo perseguimiento creyó tener mejor resultado: han dejado caer la huaralca que entorpecía sus movimientos i que ajitada por el movimiento azota las ancas de los fogosos caballos: de esas pieles salen cuerpos desnudos i vigorosos sobre los cuales se ajitan brazos que hacen jirar el moríifero laqui. Todo el valle resonó entónces con los gritos de los indios i el ladrido de los perros. Aquí, es un choique que cae enredado por las bolas, mas lejos, es un guanaco que se defiende contra el ataque furioso de muchos perros; varios grupos desaparecian en espesas nubes de polvo. Inacayal habia escojido un guanaco que parecia olvidado de los otros indios; parte a carrera, lo sigue; ya los perros adelante fatigaban al animal, pronto lo alcanza, arroja el laqui con mano diestra i el guanaco cae enredado en medio de una masa de perros i de polvo. Inacayal llega, echa pié a tierra i concluye la lucha perdiendo su cuchillo en el cuello del indefenso animal.

La nube de polvo que cubria esta escena, disipándose dejó ver entónces los diversos grupos: los indios habian echado pié a tierra, los caballos cubiertos de sudor i de espuma tascaban los frenos i asesaban violentamente, los jinetes en el rostro encendido por el ardor de la caza i el goce del triunfo, se ocupaban en beneficiar los diferentes animales que habian capturado.

Los cazadores habian despertado su apetito con la violenta carrera; la sangre caliente de los choiques i de los guanacos va a reponerlos i a fortalecerlos. Un indio habia ya destripado un choique i arrojado los intestinos a los perros; en el fondo del esqueleto entreabierto, se ha derramado la sangre en abundancia, ha echado sal para sazonar la salsa, ha cortado en trozos las partes comibles de las entrañas, el hígado, el corazon, etc, i ha sacado ya el estómago, bocado delicado, para ser asado en la noche. Entónces cada uno se acerca i haciendo de la mano uno cuchara, beben la sangre caliente i comen los pedazos que sobrenadan en la salsa. Otro indio hace el apol, para esto, ha cortado el gargüero de un guanaco, ha picado las arterias laterales i entónces la sangre introduciéndose en el pulmon lo ha infiltrado enteramente. Al poco rato se desposta el animal i en tajadas se reparte el pulmon, saboreando los indios este bocado sangriento.

Lo demas se reparte del modo siguiente: en el avestruz la parte

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