Al paso que volviendo la vista a las rejiones occidentales de los Andes, se encuentra con todos los encantos que ofrece el jardin mas risueño i caprichoso que tiene por límites al Oriente la sierra cuyas nieves parece que descansan en las copas de la mas lujosa vejetacion. Al Occidente, la cordillera de la costa, cubierta de flores i de verdura hasta el Pacífico; i al Sur el archipiélago de Chiloé cuyas numerosas i feraces islas, forman un laberinto de tranquilos canales cruzados en todos sentidos por centenares de pequeñas embarcaciones cuyas blancas velas contrastan con el alegre verde de árboles de hoja permanente que se alzan de las mismas playas del mar.
Allá la naturaleza silenciosa, severa i casi inesplorada puede encerrar riquezas que solo es dado descubrir a una esploracion mas larga i detenida que la que yo he hecho; por esta razón, al señalar la impresión que esperimenta el viajero al recorrer con tan improbo trabajo i tantos peligros aquellas rejiones, estoi mui léjos de juzgarlas solo propias para las tribus nómades que las habitan. Tiempo llegará i talvez no remoto en que lo que hoi parece rechazar el hombre civilizado se convierta en objeto de codicia. A la vista tenemos lo que ocurre en el desierto de Atacama, cuyos áridos arcanos encubren tantos tesoros.
Dedicaré algunas líneas al antiguo e interesante territorio que llevó por largos años el nombre del conquistador Valdivia, territorio que no puede considerarse, atendiendo a la división administrativa practicada en nuestros dias en él, por romper ésta la unidad natural de la conformación jeodesica de esas rejiones comprendidas entre el Calle-calle i sus afluentes i el archipiélago de Chiloé, entre la cordillera de aquellas latitudes i el Pacífico.
Las provincias del Norte, a principiar desde la de Santiago cuentan con dos serranias principales i paralelas a la cordillera: la del centro i la de la costa. En Valdivia, la cadena central es casi imperceptible i solo aparece la de la costa, así es que, aquí no hai mas que un valle propiamente dicho, al paso que en las provincias del Norte se cuentan dos.
Los terrenos del Norte llevan una inclinación tan rápida hacia la costa que se puede decir que bajan en escalones de Oriente a Poniente hasta el mar. Mientras que en Valdivia, el descenso es tan imperceptible que en todos sus rios penetran las mareas de doce a quince millas tierra adentro. Vénse, pues, en el valle de Valdivia por esta misma razón un cordón de lagos en la misma base de los Andes, depósitos de mucho caudal de aguas, de los cuales el último que es