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presa vió a su lado la misma cabra que acababa de pasar i la cual no queriendo estar sola en el otro lado se habia vuelto. Entonces enojado el buen Pedro toma otra de los cuernos i por fuerza la hace pasar el puente, las otras siguieron; el chivato solo, que en calidad de jefe de la banda hubiera dado el ejemplo, volvió las espaldas como un cobarde, un cabrito viendo pasar a su madre, i arrastrado por el amor filial se lanzó encima del puente, pero el torrente lo derribó; por fortuna, aunque de tierna edad, sabia nadar i volvió a tomar pié un poco mas lejos en la orilla. Entonces el cabro avergonzado, de su cobardia i electrizado por el ejemplo del jóven héroe, pasó tambien.

Levantamos la carpa a la orilla del torrente, algunas observaciones dieron por latitud al boquete 4l° 9'.

27 de diciembre.—Al amanecer, el sol se asomó brillante: me decidí a partir adelante con V. Gomez; i de toda la jente, solo debia quedar atras, un hombre para guardar las cabras, i Lenglier que debia tomar un croquis del Boquete.

Seguimos entónces un poco la orilla donde habiamos alojado en la noche; i principiamos la marcha en columna de a uno en fondo subiendo por una pendiente mui suave de 25 grados; perdimos de vista el firmamento, tan espeso es el bosque en estas montañas, no debíamos volver a verlo sino en la cima del boquete. Las quilas,[1]poco tupidas, nos permitían facilmente el paso; troncos caidos se presentaban de cuando en cuando, pero los saltabamos o pasabamos por debajo de ellos: atravesamos algunas vertientes bulliciosas i sin grave inconveniente en tres horas llegamos a la parte plana del boquete. Aqui quedaban todavia los restos del alojamiento del Doctor Fonck. Bien podiamos seguir el boquete i en poco tiempo llegar al rio Frio; pe ro este rio no es conocido i no se sabe tampoco si es navegable hasta Nahuel-huapi. Ir orillándolo no era posible, porque el punto en donde llega a la laguna Fria, las orillas pendientes del cerro Doce de Febrero estan cortadas a pico: i por otra parte debia bajarlo en botes de guta-percha, i troncos de árboles o palos verticales en el cauce podian romperlos. Todo esto bien considerado, nos resolvimos a tornar al Nord-este, directamente hácia el lago. Principiamos a ascender la peinada cuesta de los Reulies, asi llamada a causa de las hayas antarticas que en ella crecen i que los primeros esploradores equivocaron con los reulies[2]. Nada mas penoso que esta ascension; el declive era casi a pico, todos los arbustos, peinados en sentido de la pen-

  1. Chus-quea quila (Kunth).
  2. Fagus procera