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que pretendia probar su influencia perniciosa por un hecho supuesto, aunque falso a todas luces, de modo que esta acusacion era calificada con razon por los jesuitas de una calumnia ridícula.

A la proscripcion de los estranjeros en jeneral se juntaba en este caso otro ajente que dominaba mas aun a la administracion de la Colonia: el temor a los ingleses.

La lectura de la "Relacion de Gobierno de Amat" nos revela los sobresaltos i desvelos que estos atrevidos marinos causaban a las autoridades españolas del Pacifico. No hacia mucho en 1742, que la escuadra de Lord Anson se habia burlado impunemente de ellas i habia infrinjido a España perjuicios de consideracion, llevando a su vuelta a Inglaterra un botín de varios millones. El virei Amat, caballero pundonoroso i hábil, cuya orgullo se sentia lastimado con este descalabro de los armas españolas, se dedicó durante la época de su mando con actividad febril a tornar disposiciones que hubieran de evitar a España nuevas humillaciones, organizando una vigorosa defensa de toda la costa i sobre todo de los puntos amagados en primera línea, que eran Chiloé, Valdivia i Juan Fernandez. Amat se hallaba preso de una verdadera anglofobia, viendo a estos enemigos en todas partes i hasta en el tranquilo Archipiélago i en los peñascos de los Chonos.

Esos temores del virei recojidos por sus subalternos debian redundar en la fábula de los jesuitas alemanes vendedores de Chiloé a Inglaterra, la cual esplotada por los adversarios de los jesuitas sirviera de pretesto para condenarlos a los ojos del mismo virei. La opinion de este albo funcionario era decididamente contraria a los jesuitas, cuya conducta habia reprobado oficialmente, cuando ejercia el cargo de gobernador de Chile [1]; a eso accedia su aversion al fuerte elemento estranjero de la Orden. De esta manera debia ser de ántes partidario de su relegacion. Como Amat gozaba por otra parte de gran prestijio en los consejos del rei, el cual se traduce en su elevada posicion i en las grandes concesiones que obtuvo, entre ellas la adjudicacion de Chiloé al vireinato, no carece tal vez de fundamento la suposicion que haya influido en la mente del monarca para acordar la espatriacion de la Orden.

Es de presumir que la orden de encarcelar en España a los jesuitas alemanes de Chiloé se haya librado en vista de los denuncios de Amat. La larga prision de esos inofensivos misioneros prueba el rigor con que las autoridades españolas procedian, cuando se sospechaba un crímen contra la soberania del rei. No poseemos noticias positivas sobre la suerte ulterior de los prisioneros de Chiloé. Es probable que el gobierno, cansado de no poder probarlos el crímen de que se les culpaba (Murr), hubo que ponerlos al fin en libertad, i que volvieron a su patria [2].

  1. Barros Arana t. VI p. 251.
  2. Enrich t II p. 409.