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SIGUE NOTA (2) DE PÁJ. 277, DIA 11 DE ENERO DE 1792


    prados con su frescura, con sus flores i pasto verde son encantadores; en el diario de mi viaje los caractericé como "manchas sin monte que por lo húmedo de su suelo con mas propiedad merecen el nombre de pantanos". Vimos arriba que Menendez tambien los califica como manantiales.

    Por la analojía con los prados de los Alpes es probable que muchos de los de la Cordillera austral podrán servir tambien como potreros veraniegos i por pocos meses para crianza i lecherias de animales vacunos. Convendria, a mi humilde juicio, estudiar este problema i hacer ensayos de pequeña escala, en este sentido.

    "El cerro mui elevado" que llama la atencion de nuestro viajero, es el cerro del Doce de Febrero de lejendaria memoria para el que escribe estas notas.

    Como la cuesta de los Reulis, considerada como ruta obligada del paso Perez Rosales no me habia satisfecho, necesitaba orientar-me sobre este particular por medio de una ascension i reconocer al mismo tiempo el territorio entre el Tronador i el lago i Nahuelhuapi. Elejí para este objeto el cerro nombrado que ocupa una situacion dominante, se puede decir privilejiada. La cumbre del Doce de Febrero ya se divisa desde cierta parte del valle del Peulla. Su ascension se hizo fácil i fué amenizada por el hallazgo de gran número de plantas mui vistosas de carácter alpino, como Ourisia (cuatro especies). Senecio, Valeriana, Oxalis, Escallonia, Quinchamalium, Clarionea i algunas gramineas, entre ellas varias especies nuevas que el sabio R. A. Philippi se ha dignado clasificar.

    Valiéndome de la ebullicion del agua que encontré en la cima del cerro a 94°, calcule su altura en 1468 m; Dr. Steffen en la fijó en 1520m; su cima se halla, poco mas o ménos, en la línea de la nieve perpétua.

    Habiendo recorrido pocos años ántes los Alpes del Tirol como turista i practicado muchas ascensiones, que me ofrecieron vistas espléndidas, ninguna sin embargo me brindó un panorama tan grandioso e instructivo como esta. El lápiz artístico de mi aventajado compañero Fernando Hess la ha perpetuado por un cuadro de ejecucion admirable, que doi adiunto a este libro. Por una parte vi los perfiles del valle que alberga el lago Nahuelhuapi, el término de nuestra empresa; a los piés tenia el imponente valle del rio Frio con sus estupendas paredes casi verticales a los lados, con su ventisquero, en forma de un gran trozo de hielo, i con el paso Barros Arana al fondo, que llamó ya esa vez mi atencion, i en el medio su rio de graciosas vueltas i su lago de aguas verdosas encumbrado en cada lado por altos precipicios, i por último se me presentó el majestuoso Tronador en toda su grandeza i esplendor, con sus aludes i saltos y su manto de nieve perpétua, en continuo movimiento desde la cúspide hasta la base, i todo eso a la luz de un dia escepcionalmente claro i sereno. Observé tambien en los flancos de este cerro los perfiles de las profundas quebradas que los cortan, las mismas que Steffen ha