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Con las noticias de la otra ciudad fabulosa en los Chonos, nuestro padre fué en busca de ella acompañado de algunos poyas i pehuenches, pero por las muchas dificultades del terreno i la falta de recursos i obsequios para agasajar a los indios no llegó al fin propuesto de su viaje i volvió a Nahuelhuapi. Dirijió sobre la marcha nuevas cartas al gobernador de los Césares, dejándolas encargadas a un cacique principal. A su vuelta (en 1671) dió cuenta de su viaje al gobernador de Chile Juan Henriquez: tanto los chonos como los poyas i bárbaros que viven en el camino le recibieron mui bien; llamaron su atencion las muchas quemazones en varios lagos de la Cordillera, que suponia hechas por los españoles del Sur, que andarian buscando camino para juntarse con los de Chiloé i que se retirarian por el recelo de los muchos humos que hacian los poyas en sus cacerias. Vemos aquí tambien el importante papel que los incendios de los bosques i los humos hacen en la relacion de todos los viajeros, hasta de los mas modernos.

Este dato hace recordar ademas la espedicion anterior que es atribuida por Carvallo a Mascardi i de que dimos cuenta en el capítulo que precede; tal vez sen la misma, habiéndose equivocado este historiador en la fecha.

No sabemos si fué en el primer viaje o en el segundo, que Mascardi llegó al Estrecho. Los indios de esta comarca, inspirados segun Rosales por una aparicion del demonio, conspiraban contra su vida i trataron alejarle de su tiera, diciéndole "que allá en el Mar Océano, que está de allí cien leguas habian habitado unos hombres blancos como él, i con barbas" i que andaban mui bien vestidos.

Dando fé a estas noticias confusas Mascardi emprendió su tercer viaje, acompañado esta vez de un gran séquito de caciques e indios. Dirijió ántes de salir al mismo gobernador una segunda carta, que se ha conservado, fechada: "Poyas, octubre 8 de 1672", en que se muestra lleno de animacion i del deseo de darle un buen dia con el descubrimiento de los Césares que creia casi seguro [1].

"Fué atravesando aquellas pampas i secos arenales, donde mas fuertemente abrasa el sol, i donde ménos agua, yerba, lean, caza, ni otro sustento se halló para la vida humana, i para las cabalgaduras... Llegó a un brazo del Mar Océano que entra por la tierra, adentro en la costa de Buenos Aires, que dista de la ciudad unas trescientas leguas, i en un recodo de brazo de este mar, halló un alojamiento de seis cuadras de largo i ancho, donde habin señal de haber alojado allí, no españoles cristianos, porque no halló el santo pudre cruz alguna... I asi entendió que allí habian alojado ingleses herejes enemigos de la fé católica. Hallaron doce pozos con agua hechos a mano, a donde bajaba por unos escalones de

  1. Amunátegui l. c. III p. 98.