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toriadores a unos guerreros flojos y cobardes, en esforzados capitanes; unos insensatos y necios, en grandes políticos; unos aduladores, en hombres de bien; unos infames desbocados, en gentes castas, y unos delatores de profesión, cn hombres verídicos y sinceros.

Supe de qué modo fueron condenados a muerte o deztierro algunos inocentes, por intriga de los favoritos que corrompieron a los jueces, cómo llegaron unos hombres de bajo nacimiento y sin mérito alguno a los más altos empleos, y cómo pudo ser que unas mujerzuelas y sus confidentes manejasen en bastantes ocasiones los negocios más importantes, haciendo el primer papel en los mayores sucesos del orbe. ¡Oh qué baja idea concebi de la humanidad! ¡Qué pocu cosa me pareció la sabiduría y probidad de los hombres a vista del origen de las revoluciones, del vergonzoso motivo de las empresas más brillantes, y del móvil, o por mejor decir, de las casualidades y fruslerías a que se debió su logro !

Descubrí la ignorancia y la temeridad de nuestros historiadores, que quieren atribuir a un veneno la muerte de ciertos reyes; que atrevidamente dan parte al público de las conferencias secretas de un principe con su primer ministro, y que, si se les debe creer, ganzuaron, por decirlo así, los gabinetes de los soberanos y las secretarías de los embajadores para sacar ané, tas curiosas.

Allí averigué las causas ocultas de varios sucesos que han aturdido al mundo; cómo una Venus gobernó a un Mercurio, un Mercurio al Consejo secretoy el Consejo secreto a todo un Parlamento.

Un general de ejército ne confesó que había ganado una victoria por su cobardía e imprudencia, y un almirante me dijo que, contra su voluntad, había derrotado la escuadra enemiga, cuando más deseaba que perociese la suya. Finalmente, habiendo querido informarme de otras rarezas semejantes, hallé por *****