dernos. En tau triste situación nos vimos hasta que el sol fué disipando la niebla. Entonces reconocimos que estábamos sobre un banco de arena a media legua de la costa, aunque no pudo decir ninguno si era isla o continente lo que mirábamos, ni nos interesaba saberlo, supuesto que de todos modos mejoraba nuestra suerte con respecto a pocas horas antes, en que habíamos creído perecer, y esta reflexión nos daba ánimo. A principio de la tarde, logrando un ternporal sereno, ni aun caliente, determinamos sacar a tierra nuestras mercaderías y registrar el nuevo descubrimiento con la precaución de enviar delante doce hombres escogidos y bien armados y de todos modos sin internarnos mucho.
III
GULLIVER ENVÍA DOCE HOMBRES A TIERRA.-LOS INGENIEROS SIGUEN. ARMAN TIENDAS Y LAS GUARNECEN DE TRINCHERA-SU NAVÍO DESHECHO, CONSTRUYEN UNA PINAZA EN QUE SE EMBARCAN OCHO DE TRIPULACIÓN PARA BATAVIA.-EL AUTOR ES NOMBRADO GENERAL EN JEFE DE INGLESES Y HOLANDESES. OFICIALES ELECTOS PARA SERVIR A SUS ÓRDENES, Y OTRAS VARIAS COSAS.
Habiendo desembarcado nuestra gente, se dirigió a una altura que dominaba el país, con aquella precaución que siempre inspira el miedo; mas no descubriendo casas ni habitantes, tuvo por peligroso internarse con tan pocas fuerzas y volvió a bordo. A la mañana siguiente enviamos doble destacamento con orden de devolvernos la chalupa para desocupar el navío, que no podía ya mantener tripulación ni cargamento. Todo fué ejecutado con tanta prontitud que antes del mediodía quedaron nuestras mercaderías y provisiones debajo de una gran tienda construída a este fin y para defendernos de las injurias del tiem-
