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- po. Para la tripulación se habían hecho otras más pequeñas.

Luego que arreglamos lo más principal, reuní mi Consejo para deliberar sobre lo concerniente a nuestra conservación, cuyo resultado fué que una parte de nuestra gente se emplease en levantar una trinchera en redondo, por si nos viésemos acometidos de hombres o feras, y que el resto se dividiese unos a descubrir la tierra y otros a cortar maderas y demás cosas necesarias. Entretanto yo había encargado a doce marineros que habían quedado a bordo que registrasen con cuidado el navío y fuesen a darine cuenta de su estado. No hicieron falta el día siguiente por la tarde, informándome que su popa estaba destruída, y que aun cuando pudiéramos sacarle del banco de arena, no estaba en disposición de volver a servir. Sobre este supuesto, otro Consejo de guerra decidió que se desbaratase para construir una pinaza, en que ir a buscar bastimentos a Batavia, que parecia deber ser el primer puerto perteneciente a los europeos.

La resolución fué ejecutada inmediatamente, no descuidándome en aplicar gente para su conclusión mientras nuestras partidas salían diariamente a la descubierta del campo, y nos llevaban diferentes clases de mariscos de un gusto muy grato, además de otros infinitos que tomábamos en el mar de distinta especie. Así nos manteníamos de la pesca, reservando las provisiones de Europa, pero nos faltaba el agua, y aunque abrimos un pozo en la trinchera, sólo encontramos agua salobre. Con todo no nos desanimamos. Nuestros exploradores continuaban sus salidas, avanzando cada día un poco más, pero sin ver otros habitantes que culebras semejantes a las de Europa, ratas formidables como conejos, y ciertos pájaros parecidos a nuestras palomas torcaces. Por fortuna, a algunos les ocurrió aderezarlos y hallaron