Página:Vida y escritos del Dr. José Rizal, por Wenceslao Retana.pdf/26

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
6
W. E. RETANA

Universidad escurialenses, y ellos, sin embargo, veíanse sometidos á unos cuantos sujetos más o menos caducos, procedentes de Filipinas, de donde habían vuelto cargados de años y de bilis, que los tuteaban y vejaban. En El Escorial no valía el título de Doctor; de nada servía tener un lastre de algunas obras escritas: lo que allí valía, en aquel cuerpo de sabios é ignorantes, era sencillamente… ¡haber comido mucha morisqueta en Filipinas! Todos los privilegios eran para los cráneos vacíos; todas las humillaciones, para los cráneos rellenos. Los mejores cargos, dicho se está, desempeñábanlos sola y exclusivamente los que hablan comido morisqueta. Germinó el descontento entre los postergados; cundió, y no tardó en exteriorizarse… Los Padres Fr. Pedro Fernández y Fr. Tomás Rodriguez, que descollaban entre los de más carácter, fueron trasladados violentamente á Filipinas, y entonces esa juventud brillante, acaudillada por el obispo Cámara, antiguo compañero de los intelectuales preteridos, rebelóse en regla, y logró al cabo emanciparse y constituir provincia independiente de la colonial. Aun siendo frailes, tan obligados á la mansedumbre y á obedecer sin protesta, se alzaron contra los amos. — Y el Jefe Supremo de la Iglesia Romana les dió en todo la razón.

Jóvenes malayos de mucho talento, ávidos de cultura, venían á Europa á dilatar el campo de sus estudios y experiencias: aquí se saturaban de ambiente de Libertad; aquí gozaban de la consideración de hombres de mérito; aquí se sentían verdaderos españoles. Pero volvían á su país, y volvían á ser ¡indios! El último frailuco, bozal y grosero, no se contentaba con tutearle, ridiculizarle y á las veces afrentarle; hacia más: perseguirle. Y hé aquí que el que había nacido español de corazón, acababa por aborrecer el régimen de España en Filipinas. En el caso del anarquista del ejemplo; es el caso de los agustinianos ilustrados de El Escorial. El célebre Monasterio fué conquistado por los frailes «clásicos» de Filipinas; éstos, en la casa por ellos conquistada, alimentaron y vieron crecer esa juventud estudiosa que se convirtió en rebelde: los antiguos conquistadores fueron arrojados, y hoy esa juventud es dueña exclusiva del célebre Monasterio. Obró la Providencia: el derecho de conquista no sanciona el derecho del abuso.

Pues si esto para entre frailes de la misma orden y de la misma raza, ¿qué no debe pasar entre dos pueblos diferentes ante la Historia y la Etnografía? — El derecho de conquista (tratándose de Filipinas, diríase mejor: de ocupación) podrá ser, seguirá siendo, una afirmación histórica; pero no deja de ser una negación ante la Filosofía. Cuando dos pueblos acaban por vivir en paz bajo una misma bandera y con el mismo régimen fundamental, nada más lógico que