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W. E. RETANA

do sus Estatutos y poniéndose después á su frente, es ó no la primera figura de este movimiento[1].

»Hay otro extremo importantísimo del que ahora voy á tratar, ya que de él se desprenden graves cargos contra el acusado. Me refiero á las explicaciones dadas por Rizal en su indagatoria para explicar preguntas del Juez instructor, las constantes [¡?] conferencias que en su destierro de Dapitan tuvo con personas de gran significación, y que luego han aparecido complicadas en estos sucesos[2]. Deportado á dicho punto por el Gobernador general, en atención á las fundadas sospechas [¡luego no hubo prueba!] que había hecho concebir su conducta irregular y siempre enemiga de, España [!] allí, como digo anteriormente, recibió las visitas de los principales jefes del movimiento [¡el colmo!] á pretexto de que iban á verle en calidad de médico, pero en realidad para consultarle y conocer sus instrucciones. [¿Por qué no cita los nombres el Sr. Fiscal?]

»Entre estas visitas, merece especial mención la que le hizo su compañero D. Pío Valenzuela, que según la propia manifestación del acusado, fué á decirle que se proyectaba un próximo levantamiento, teniéndoles con cuidado lo que á él pudiera pasarle, á lo que le contestó que no era oportuna la ocasión para intentar aventuras, por no existir unión entre los diversos elementos de Filipinas, carecer de armas y barcos, debiendo tomar ejemplo de lo que ocurría en Cuba, donde los insurrectos, además de estar avezados á la lucha y tener la protección de una gran Potencia, no podían alcanzar sus deseos, por lo que opinaba que debía esperarse.

»No pensó seguramente Rizal al hacer estas declaraciones, que constan en su indagatoria, la gravedad inmensa que las mismas encierran [á juicio del Fiscal]. Creyó tal vez que por decir haber aconsejado á sus compañeros de conspiración [!] que todavía era prema-


  1. El Fiscal sigue confundiendo lamentablemente la Liga con el Katipunan. Rizal no estuvo al frente de la Liga ni una hora. La Liga murió en Septiembre de 1892; renació en 1893, y deslizóse, con vida lánguida, á espaldas de Rizal, deportado en Mindanao. La extensión de la Liga fué relativamente limitada, por cuanto sólo formaban parte de ella filipinos burgueses. En la mayor parte de las provincias no tuvo un solo miembro. Lo que existe hoy con el título de Comités de Intereses filipinos viene á ser lo que la Liga era: no hay más sino que los americanos consienten esa Asociación, que todos los días pone anuncios en los periódicos y se desarrolla con la mayor tranquilidad. Si nuestro Gobierno hubiera procedido como procede el Americano, que consiente la libertad de Imprenta, la de Asociación, la religiosa, etc., la Liga hubiera vivido á la luz del día sin causar daño á España, del propio modo que vive actualmente, aunque con distinto nombre, sin que por ello se alarmen los yanquis.
  2. Sigue la acusación extremando la hipérbole. Con Rizal sólo habló de revolución una persona, un modestísimo médico, D. Pío Valenzuela: y harto sabido es cómo Rizal le recibió, y lo que le dijo.