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W. E. RETANA

el movimiento armado que ya entonces se tramaba [y, efectivamente, solicitó y obtuvo ir á Cuba, como médico del Ejército español]; y estos hechos se comprueban en este caso [ya lo estamos viendo], no con noticias reservadas de autoridades ó agentes del Gobierno, como en el primer expediente, sino con declaraciones espontáneas de honrados y leales habitantes de Filipinas. [Sobre todo, leales.]

»Esto es lo único [¡hermosa declaración!] que resulta, Excelentísimo señor, de los expedientes reservados que obran en esta Secretaría, y tampoco podía esperarse otra cosa, dada la índole y procedimientos puramente preventivos del Gobierno que los inspiraron, bien distintos por cierto, pero no menos importantes, que los que se emplean en los tribunales ordinarios ó de jurisdicciones especiales; pero de todos modos, en ellos se adquiere el convencimiento moral [¡siempre moral!] de la inmensa responsabilidad del Dr. Rizal, y en ellos se encuentra retratado el que no duda esta Secretaría en designar como gran agitador de Filipinas, que no sólo se cree él mismo [?] el llamado á ser un instrumento de una especie de redención de su raza, sino que las masas indígenas le suponen algo así como un sér superior que ha de eximirse de todo castigo que le impida continuar cumpliendo su misión providencial. [¡Duro, pues, en él!]

»Por estas razones, la Secretaría tiene el honor de proponer á V. E. que se remita al Juzgado militar una copia autorizada del presente informe, con tanto más motivo, cuanto que en él se han condensado y reunido no sólo los datos que arrojan los expedientes que existen [anteriores al día 7 de Julio de 1892], sino que se ha encabezado con todas aquellas noticias que se saben positivamente, y que de todos modos podrían comprobarse, si fuera necesario, con los datos que deben existir en las oficinas del 20.º tercio de la Guardia civil.

»Sin embargo, V. E. resolverá. —Manila 22 de Diciembre de 1896.»

El Gobernador general, Polavieja, decretó en el acto de conformidad, y una copia del informe pasó al Juzgado instructor. Nótese que no se dice una sola palabra de la conducta observada por Rizal durante los cuatro años de su deportación en Mindanao, conducta «ejemplar», según declaró Blanco al Ministro de la Guerra; que se omite el rasgo de Rizal pidiendo ir á Cuba como voluntario…

El día 24, puesto que estaba ya todo listo, el Juez extendió una diligencia solicitando que se formase Consejo de guerra ordinario de plaza, y el mismo día quedó nombrado el Consejo por el Gobernador militar de Manila, y al siguiente, 25, diósele cuenta al Procesado de quiénes lo componían, por si tenía que oponer algún impedimento, que, naturalmente, no opuso. —Sin duda para consultarle sobre las adiciones á la defensa, Rizal llamó á su defensor. (Véase el autógrafo.)