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W. E. RETANA

convencimiento de que los tagalos tenían una inteligencia superior para el estudio á la de los españoles (los pocos españoles que él hasta entonces había conocido); y contaba con verdadero placer el modo como había llegado á adquirir este convencimiento. Así, decía: —En nuestros colegios se explica todo en español, lengua madre para los españoles y extraña para nosotros; nosotros, por esto mismo, tenemos que hacer un esfuerzo mayor de inteligencia, que ellos, para comprender y expresar una cosa: es así que, como he dicho anteriormente, no se nota diferencia alguna entre españoles é indios en los colegios; luego nuestra inteligencia es superior á la de ellos.— Aun hizo otra observación, que le aumentó la duda que ya tenía de la superioridad de la inteligencia de los españoles. Hizo la observación de que los españoles se creían merecedores de los mayores respetos y de la sumisión de los indios, porque éstos tenían la convicción de que los blancos, por el mero hecho de serlo, eran nacidos en una tierra superior á la de los indios. Supo entonces Rizal que aquel respeto y sumisión que los indios tenían á los españoles —porque así éstos se lo habían inculcado á aquéllos,— no era sólo porque los considerasen de una raza superior, sino que era un medio para ocultar el miedo y el egoísmo. El miedo, porque por el arbitrario modo en que se veían oprimidos, tenían á los blancos como dueños y señores; el egoísmo, porque llegaron á conocer el carácter europeo y comprendieron que por la vanidad que en éstos se encerraba, podrían conseguir ciertas ventajas mostrando una humillación que estaban muy lejos de sentir, y así lo hicieron. Los indios no sentían, por consiguiente, ningún aprecio por los europeos: se mostraban sumisos cuando se encontraban en su presencia, pero en cambio se reían de ellos á sus espaldas, se burlaban de su pronunciación y no daban señal ninguna del respeto que aparentemente les tenían. Por no haber los españoles llegado á comprender el verdadero pensamiento de los indios, mientras que éstos sí llegaron á penetrar en el de los españoles, se veía ya autorizado Rizal á deducir que la inteligencia de los blancos era inferior á la de sus paisanos. El Dr. Rizal volvió algunos años después á caer en el mismo sofisma que en su juventud, porque pudo experimentar por sí mismo lo fácilmente que un pueblo formaba de otro un concepto equivocado. En su juventud, al oir ó leer el concepto que de su raza tenían, se indignaba, llenándosele el corazón de cólera; ahora no le sucedía nada de esto, pues al oir aquellos mismos conceptos, se contentaba con sonreir, recordando el proverbio francés: tout comprendre, c'est tout pardonner

Pudo, pues, mucho el amor propio en Rizal para lograr aquella su brillantísima hoja de estudios, por ningún otro superada. Ganó, como