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W. E. RETANA

Sin duda fué en lo que rayó más alto. Acerca de este particular, un panegirista suyo refiere[1] que, viviendo Rizal en Madríd [1890], celebrábase en su casa una tertulia de amigos, y se habló de Frenología; y á este propósito contó Rizal que, hallándose en Londres, leyó que un doctor frenólogo, por un duro, decía á quien quisiera consultarle cuáles eran las facultades que tenia más desarrolladas. Rizal sintió el deseo de consultarle, y acudió á ver al doctor; y describe así la consulta, por boca del biógrafo aludido:

—…«aquel doctor, después de hacerme sentar cómodamente, estuvo un buen rato examinándome la cabeza, tocando y frotando todas las desigualdades; tomó después con un compás especial diversos diámetros de mi cráneo, y luego de estar reparándome un buen rato, me preguntó: —«¿Habla usted muchos idiomas?»— «Sí, señor», le contesté. —«¡No me había equivocado!; porque si acaso no fuera así, iba á decirle que se dedicase á poliglota, que para usted será estudio fácil, por lo mismo que tiene aptitudes.»

Rizal llegó á saber casi todos los idiomas europeos, sin excluir el ruso; varios asiáticos y algunos oceánicos; y cuenta que esto de aprender idiomas fué en él á manera de distracción, ya que la mayor parte del tiempo lo invertía en otras cosas[2]. Verdaderamente, admira el acierto con que sabía distribuirlo.

Pero nada se ha dicho todavía de la impresión que le produjo España. Óigase al que fué depositario de las intimidades de Rizal, el Prof. Blumentritt; el cual, en su necrología citada, eseribe:

«La permanencia en España le descubrió un nuevo mundo. Su horizonte espiritual se ensanchó considerablemente, adquiriendo nuevas ideas. Venía de un país donde la gazmoñería tenía su asiento; donde los españoles, frailes, empleados, militares, etc., tenían un poder ilimitado sobre almas y cuerpos. En Madrid pudo ver todo lo contrario: librepensadores y ateos hablaban libremente y de un modo sangriento de su religión y de su Iglesia; la autoridad del Gobierno, la encontró mínima; no pudo ver la lucha que él esperaba entre libe-


    se hizo lenguas, ponderando extraordinariamente sus facultades, que calificó de portentosas.— Mr. Hughes, profesor de idiomas bien conocido en Madrid, á quien he tratado mucho, me aseguró, más de una vez, que no había tenido otro discípulo que superase á Rizal.

  1. En La Independencia, número citado de 25 Septiembre 1898.
  2. «Rizal hablaba, además de varios dialectos de su país, el español, el latín, el francés, el italiano, el inglés, el alemán, el japonés y el holandés; traducía el griego, el hebreo, el árabe y el sánskrito. Y por último, en su destierro de Dapitan, consiguió aprender el ruso, por medio de una novela, sin gramática ni diccionario.»— La Independencia, número citado. — Fáltale añadir que traducía el portugués, hablaba el catalán, tenía extensas nociones de sueco y sabía algo de chino.