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tinúan el mismo estúdio toda la vida, y envejecen, y mueren sin haber conocido todos los caractéres de su lengua. Se cuentan á lo menos, ochenta mil, dice el Padre Duhalde, y han hecho de ellos un Diccionario de noventa y cinco mil, al qual han aumentado despues quatro volúmenes de suplemento.
¿Es de admirar que los Chinos, que desde tanto tiempo cultivan las ciencias, hayan hecho en ellas menos progreso que los Européos? Ellos emplean en el estúdio de sus caractéres el tiempo que empleamos nosotros en el estúdio de las cosas. El arte de leer no ocupa sino los primeros años de nuestra infancia, y consume en ellos todo el tiempo de su vida. Agréguese á esto el gran trabajo que emplean en pintar perfectamente todos estos signos multiplicados, mientras que un sabio no es menos estimado entre nosotros, por no saber formar bien las veinte y quatro letras de nuestro alfabeto.
Pocos Doctores de la China llegan á conocer quarenta mil caractéres, y los letrados ordinarios apenas saben de quince á veinte mil. Pero siempre es cierto que entre los Chinos es la lectura una ciencia de inmensa extension, y que sus sabios, los mas estudiosos mueren muy viejos sin haber recorrido la mitad.
Sin embargo, algunos Misioneros que han llegado á la China en una edad bastante avanzada, se han dado al estúdio de