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haberse condenado á ella; este esfuerzo, superior á la comun naturaleza, no se halla sino en las almas privilegiadas.
II.
No faltan gentes que siguiendo siempre, yo no sé qué virtudes extraordinarias y secretas, traspasan los justos límites del bien. Enamorados de una vana celebridad intentan saber lo que la inteligencia humana no puede comprehender, y no quieren hacer sino cosas prodigiosas. Yo no ambiciono tan alta sabiduría, y me contento con conocer, y hacer lo que generalmente conviene hacer y conocer.
III.
El hombre perfecto entra en el camino ordinario, y lo sigue constantemente. Estos pretendidos sabios, cuyo orgullo afecta todo lo que se aparta de los usos comunes, de las ideas ordinarias, abrazan freqüentemente con temeridad lo que es superior á sus fuerzas; ó si entran en el verdadero camino de la virtud, lo abandonan á la mitad, y se detienen vergonzosamente. Esto es lo que yo ni querria ni podria hacer, yo me esforzaré para acabar lo que he comenzado.
IV.
Hay una regla que no se aparta de la naturaleza del hombre: esta es la de la misma razon, que establece la correlacion y conveniencia que hay entre el Príncipe y el vasallo, entre el