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mo miembros suyos, estos Xefes de un órden superior le servirán con mas ardor y zelo, y corresponderán á las bondades del Príncipe por su fidelidad.
Si él ama al pueblo como á sus hijos, lo excitará así á que le quieran como á un buen padre.
Si la reputacion del Príncipe atrae de todas partes á los hombres industriosos de toda especie, logrará riquezas abundantes; y todas las artes á porfia concurrirán á impedir las necesidades de sus vasallos.
Si recibe con bondad á los extrangeros, los pueblos de los Imperios adyacentes acudirán con alegría cerca de un Monarca humano y bienhechor.
En fin, si conserva los debidos miramientos con los Soberanos inferiores, se los hará adictos, se hará amar de ellos, verá aumentadas sus fuerzas con sus riquezas y poder, y se hará formidable al universo.
XLIX.
En otro tiempo los sabios Emperadores gobernaban sus Estados con la ayuda del gobierno doméstico. Recibian con amistad á los enviados de los Príncipes tributarios mas débiles. Estos Príncipes, á imitacion del Emperador, no osaban despreciar á la viuda mas pobre, al huérfano mas desamparado; y por este principio acogian correspondientemente á los hombres distinguidos por sus talentos, por sus luces, y por sus virtudes. Los