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ésta fuese durable. Oyó hablar de un jóven labrador, distinguido por la pureza de sus costumbres, por la solidéz de su entendimiento, y por el talento que poseía para conciliar y suavizar los humores agrestes y brutales de sus hermanos, y arrancándole de la carreta, le confia algunas partes de la administracion, estudia sus talentos y sus gustos, y lo eleva á empleos mas importantes, y al fin lo señala y nombra por succesor suyo.
Este labrador coronado fué Chun; y la veneracion que tienen á su memoria, se ve resaltar aun hoy dia en la profesion de la agricultura. Él correspondió con sus virtudes á las esperanzas de Yao, y así como él, cultivó y enseñó la sabiduría. Tan desgraciado en sus hijos como Yao, retiró de los trabajos del campo á Yu para hacerle su sócio en el Trono: ¡Yu, que por sus beneficios, y no por sus conquistas, lágrimas y sangre de las naciones, mereció el sobrenombre de Grande!
Yao y Chun tienen el primer lugar entre los antiguos sabios. Confucio, cuya memoria y escritos son tan religiosamente respetados, anunció que él nada decia de suyo, y que lo que hacía era renovar solo la doctrina de aquellos Príncipes, y se gloriaba de ser unicamente el Rey de armas de la antigüedad.
El grande espectáculo de las rovoluciones del sistema celeste ocupó de una justa admiracion á los sabios de la China. Parece