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que las comparaban, así como Pitágoras á la harmonía musical; y quisieron establecer sobre la tierra esta concordia de los cuerpos celestes, de los quales hicieron el modelo de su moral, y de su política interior.
Estas dos ciencias, á las quales unieron la de la historia, fueron siempre el principal objeto de sus estudios. Ellos no tenian idea alguna de aquellas sutilezas metafísicas que hicieron perder á los Griegos un tiempo precioso, y cuyas fantásticas bellezas les hicieron tan freqüentemente desconocer las de la verdad.
Admiradores reflexîvos del órden sublime de las cosas criadas, elevaron su inteligencia hasta el Trono del Criador. Daban al Ser Supremo el nombre de Khang-ti, que interpretan Dominador Supremo. Reverenciaban tambien algunas Potestades inferiores, y algunos Seres espirituales ministros de la Divinidad; pero tenian el buen juicio de no intentar el querer conocer, ni definir la naturaleza del Dios que recibia sus homenages. Sus corazones adoraban, y sus entendimientos renunciaban comprehender.
Decian á los Príncipes: Estad bien ciertos de que vuestros vasallos son vuestros hijos; y á los vasallos: Reconoced á vuestro padre en vuestro Monarca: abrazad á vuestros conciudadanos, y á la humanidad con vuestra fraternal ternura. Este era el fundamento de su moral y de su política, y este principio tan sim-