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blará siempre bien de ella para recomendarla á los otros; pero aquel que habla bien de la virtud, no la posee siempre.
CLIV.
El que quiera vencerse á sí mismo, no mire nada que sea contrario á la razon, no escuche cosa alguna que choque con ella, no pronuncie palabra que la lastíme, y no se entregue á movimiento alguno del cuerpo, que la ofenda.
CLV.
El obrar bien es dificil: ¿y será facil hablar bien de priesa, y sin reflexîon?
CLVI.
Para que un Imperio florezca es necesario que los viveres se hallen en él con abundancia; que las tropas sean numerosas para defenderlo, y que la fidelidad de los subditos corresponda á los beneficios del Monarca.
¿Pero se hace preciso absolutamente el renunciar á una de estas ventajas? Yo doy su licencia á los Soldados. La fidelidad sabrá armar bien á los vasallos en favor de su Príncipe; y la concordia que los une, y el amor que los ata entre sí, sabrán hacerlos invencibles.
CLVII.
El sabio perfecciona, ó mas bien, cria las virtudes de los otros. Él sostiene la debilidad, aníma la timidez, modera á aquellos que se arrebatan en su car-