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tenta vivir con detrimento de su virtud: él prodiga hasta su vida por poner el último sello á su virtud.
CXCII.
El que no medita las cosas de lejos, hallará bien cerca de sí el dolor.
CXCIII.
El filósofo se aflige de su insuficiencia, y no de su obscuridad. Se aflige de acabar su vida, y de no haber hecho aun nada que merezca ser aplaudido.
CXCIV.
El sabio se pregunta á sí mismo la causa de sus defectos: el insensato lo pregunta á los otros.
CXCV.
El filósofo observa la gravedad; pero ni es duro, ni intratable: ama la sociedad; pero no se dexa arrastrar del torbellino.
CXCVI.
El sabio no realza á un hombre sobre la fe de sus palabras; pero no descuida las palabras de quien quiera que sea.
CXCVII.
Las palabras artificiosas turban la virtud: y la mas pequeña impaciencia turba las mas grandes deliberaciones.
CXCVIII.
La verdadera falta, es co-