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se de la práctica de los deberes propios, de la relacion de las acciones buenas, y de la amistad de un gran número de sabios. Y es pernicioso alegrarse del orgullo, de la vanidad, de la vida ociosa y licenciosa, y de los festines y deleytes.
CCIV.
El sabio es constante, y no porfiado y tenaz.
CCV.
Un hombre tenaz está cerca del precipicio, y no lo advierte, porque todos saben que recibe con impaciencia las advertencias. Cae, y nadie le contiene, porque se sabe que él mismo ha querido caer.
CCVI.
Un tigre se escapa de su encierro, y causa grandes desastres: ¿á quién acusaréis? ¿No será al que debia guardarle?
CCCVII.
Un Soberano sabio no se aflige de tener pocos vasallos: se aflige si la justicia no se distribuye bien á todos. No se aflige de la pobreza de sus Estados; pero se aflige si no ve reynar en ellos la concordia y la paz. Suprimid los gastos inútiles, el luxo inmoderado: dad á cada uno lo que prescribe la justicia; y entonces, si las riquezas no están bien divididas, á lo menos no se verá miseria.