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CCVIII.
En los Imperios en donde las leyes están en vigor, los Ministros no exercen un poder absoluto. El Monarca mismo no lo disfruta tampoco supuesto que él se somete á las leyes.
CCIX.
Si las leyes son justas, y religiosamente observadas, el pueblo no pensará ni aun en mezclarse en los negocios públicos; porque los subditos se someten por sí mismos al gobierno, quando ven que está fundado sobre la razon.
CCX.
Cortesano, tú puedes caer en tres faltas diferentes: si el Soberano habla sin dirigirte la palabra, y tú le respondes, es precipitacion: si él te dirige la palabra, y tú no le respondes, es necia taciturnidad: si tú le hablas sin mirarle al semblante, es una ciega imprudencia.
CCXI.
No sabe uno cómo portarse con las mugercillas y muchachuelos: jamás podrás contentarlos. Si eres indulgente con ellos, se familiarizan y propasan. Si conservas un cierto ayre de autoridad, se quejan, y dicen, que eres altanero, imperioso é inhumano.
CCXII.
Contempla lo que tienen de bueno los otros, como si tú no