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José Mármol.

Después de Cristo, en el terráqueo asiento,
Siglo, generación ni raza alguna
Ha conmovido tanto su cimiento,
Como el golpe inmortal de tu fortuna.

Á su grandeza un siglo era pequeño;
Y en los futuros siglos difundida,
En el eterno Tiempo el solo dueño
De tu obra inmensa en su grandiosa vida.

Tú, como Dios al derramar fulgentes
Los mundos todos en la oscura nada,
Al más allá de las futuras gentes
Diste sin fin tu América soñada.

En cada siglo que á la tierra torna,
La tierra se columpia, y paso á paso,
Su destino la América trastorna,
Y muda el sol su Oriente en el Ocaso.

Obra es tuya; Colón; la hermosa perla,
Que sacaste del fondo de un océano,
Al través de los siglos puedes verla
Sobre la frente del destino humano.

El ángel del futuro rompió el lazo
Que á las columnas de Hércules le ataba,
Y saludo en la sien del Chimborazo
Los desiertos que América encerraba.

No de la Europa quebrará la frente
El rudo potro del sangriente Atila;
Pero ¡ay! el tiempo en su veloz corriente
Mina el cimiento en donde ya vacila!