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Esteban de Luca.

Al pastor industrioso los vellones.
Que defienden al hombre
De los rigores del invierno helado;
Veréis en paz dichosa propagado
El útil animal, que de la tierra
Rompiendo el seno con el corbo arado,
Vuestro inocente afán deja premiado.


La benéfica Ceres, siempre atenta
Del labrador honrado á las fatigas,
De doradas espigas
Los campos cubrirá, que veis ahora
Del espinoso cardo sólo llenos.
La sazonada mies las esperanzas
Á colmar bastará de nuevas gentes
Que antes de muchos soles,
Robustas, inocentes
Darán pasmo á la tierra:
En libertad, ilustres fundadores
Vais á ser de mil pueblos venturosos,
Mucho más numerosos,
Que los astros brillantes,
De que se ve sombrada
La esfera de los ciclos dilatada.
No veréis en los campos la grandeza,
Y el brillo del ocioso cortesano,
Que por los atrios y las anchas plazas
Corre agitado de un furor insano:
No veréis las carrozas de oro y plata
Con exquisito gusto guarnecidas,
Y en ellas ostentando gentileza
La beldad, el orgullo y la pereza;