En ellos hallarán vuestros amores!
¡Qué envidiable y tranquilo
Será vuestro vivir! ¡Cuán inocentes
Serán de vuestros pechos los ardores!
En ellos sentiréis en dulce calma
vuestro ser inundado, y elevarse
Al Dios de todo bien, allí vuestra alma:
Tiempo vendrá que en ellos
Vuestros sabios filósofos contemplen
En silencio las leyes
De la naturaleza, ó de la Europa
El poder y el orgullo de sus reyes.
En los remotos climas
Del Septentrión resonará la fama
De todos vuestros bienes no gozados;
Y los míseros pueblos, que las aguas
Beben del Volga y del Danubio helados,
Se arrojarán al mar, buscando asilo
En vuestro patrio suelo,
Donde benigno el cielo
La abundancia vertió con larga mano;
Donde por siempre ríe
La gran naturaleza,
Poderosa venciendo
Del invierno sañudo la aspereza
Dichosos no veréis vuestros ganados
Por el león rugiente y voraz lobo,
Por el tigre alevoso, devorados;
Ni será que la sierpe ponsoñoza
Clave el agudo diente
Al labrador, cuando la mies sabrosa
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Esteban de Luca.