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Virgilio — 113.

pertenece en primer término, por órden de antigüedad, el sueño atribuido á su madre Maia, de quien cuentan que, estando embarazada de él, soñó que habia parido un ramo de laurel, el cual, plantado después por ella, habia prendido y crecido hasta adquirir forma de corpulento árbol cargado de várias frutas. De aquí suponen que tomó su nombre Virgilio (de virga populea), y no Vergilio, como se lee en varios códices y grabados antiguos, leccion que conservan y defienden todavía algunos editores alemanes. A la inversa de nuestro insigne dramático Calderon, de quien cuenta su biógrafo don Juan de Vera Tassis y Villaroel, que en el vientre de su madre lloró tres veces; Virgilio no lloró ninguna en su nacimiento, fenómeno poco ménos singular é igualmente significativo que aquél, pues en ámbos casos se presenta como presagio de una naturaleza excepcional. Considerado unas veces como profeta, otras como nigromante, siempre como un ingenio superior, no hay género de extravagancia que no haya pasado por la cabeza de alguno de sus fanáticos, para atribuírsela, ya á su persona, en forma de aventura novelesca, ya á sus escritos, en concepto de sentido recóndito, ó de significacion profundísima [1]. ¡Disculpables errores del entusiasmo y del amor! Si Virgilio no fué un profeta, ni un mago, ni un semi-dios, como fingió la exaltada imaginacion de los pueblos en los antiguos siglos de fe robusta y credulidad fácil, fué sin duda, á lo ménos, una de las más grandes, hermosas y nobles figuras con que se honra la historia de la humanidad.




II.

LAS ÉGLOGAS.

(Bucólica).


Pasan estas breves composiciones, en sentir de algunos críticos, por las más acabadas y excelentes obras de Virgilio, especialmente la I, la IV y la X; pero, con toda la admiracion que me inspiran, no diré yo otro tanto: prefiero con mucho las Geórgicas, y por lo que respecta á la Eneida, ni término de comparacion hay,

  1. Leemos en los escritores de la Historia Augusta que ya en tiempo de Adriano y de Severo se consultaban sus obras poco ménos que como un texto sagrado, siendo las Cortes Virgilianæ una práctica general de adivinanza entre los devotos del gran poeta.