araucano.» Reiche. Las malezas que invaden los cultivos de Chile, p. 15.
La Jacobaea Leucantemi de Molina, de la cual dice: «El Padre Feuillé, cuya memoria sera siempre grata a los chilenos, describe difusamente un gran número de plantas medicinales del reino de Chile, y entre las muchas que representa con la mayor exactitud en bellísimas láminas, se encuentran elegantemente descritas la pichoa... y el ñilhue, del cual usan mucho para purificar la sangre.» Lenz prefiere la forma nilhue, que en todo caso, cualesquiera que sean las variantes ortográficas de tal nombre, la más corriente es la que emplea la ñ, mas ajustada a la etimología araucana, que sin duda le corresponde. Así también Pérez Rosales: «El ñilhue, que sube a la altura de un hombre a caballo, ostenta un tallo tierno y jugoso, de dos pulgadas de diámetro...»
Estimando Román que el ñilhue corresponde a la cerraja española, no quiere que se admita aquella voz; pero, ¿porqué no, si su nombre araucano prueba que era conocido en Chile por los indios y con él le designan en el país?
Ñipa. f. (Escallonia illinata).
«La ñipa es un arbolito que crece como un estado y a veces estado y medio.» Rosales. Pertenece a la familia de las Saxifragáeeas. Entre la gente culta se le da el nombre de verraco, por el fuerte olor que despide. En terrenos cultivados (de lo que soy testigo) adquiere un desarrollo extraordinario.
Lenz, n. 962. Román no acepta la voz, suponiéndola equivalente a la nipa, que trae el Diccionario, pero no ha tenido presente que esta última corresponde a la familia de las palmas, que ni de cerca se aproxima siquiera al arbusto chileno de que se trata.
Ñire, m. (Fagus pumilio).
«Árbol de veinte metros de altura, pero que se muestra en forma de arbusto en las inmediaciones de las nieves eternas. Las flores masculinas, así como las femeninas, son solitarias; las hojas son elípticas, obtusas, profundamente aserradas, con los dientes obtusos, bífidos.» Philippi.