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CAUTIVERIO DEL ORO
Me atraía la curiosidad de asistir al momento en que el oro pasa del seno de la tierra á las manos de los hombres.
Lo deseaba y lo temía.
Al descender á la quebradita Milla—Michicó, en cuyas orillas lavaban el oro varios trabajadores, experimenté una emoción semejante á la que debe sentirse cuando se presencia por vez primera una cacería de tigres en las selvas tropicales.
Sabiendo cómo es de cruel y sanguinario el oro, aun el domesticado en las ciudades, natural era temerle al verlo salir, indómito y cerril, de su guarida.
Mas no. El cachorro es muy manso. Sus húmedas pupilas sonreían al hombre desde