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Para que no quede duda de su misión engañadora, como emblema de su blasón le inscriben alguna de esas frases huecas y ampulosas, alguno de esos dislates que son la hoja de parra de los paraísos políticos donde se peca en grande y se hace perder á la vida su gracia original: Honni soit..., Libertad y Orden, Por la razón ó la Fuerza, etc.

El oro en sí no es malo, me dije ya sin miedo, al ver con qué humildad se dejaba pescar por los mineros.

El procedimiento que éstos emplean en el Neuquén es primitivo. Allí se trabaja sin más motores que el corazón de cada cual.

Aun no ha llegado la maquinaria inglesa.

Quiero decir que por estos valles no ha galopado aún lúgubremente ese caballo de Troya, en que ha poco lord Roberts ganó sobre las pistas boers el premio internacional de la codicia.

No hay monopolios.

Los trabajadores aprovechan todavía esas palabras de justicia que han quedado rezagadas en el código de minería: «el aprovechamiento común».