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LEYENDA NEUQUENIANA

Ganados por el viajero los contrafuertes de la hoya del Malbarco, la vista se complace en acariciar los simbólicos lineamientos del Domuyo.

Aceptando el símil popular, este coloso sería un congelado megaterio, que no pudo emigrar con su raza fabulosa.

Desde el anca acurrucada sobre dos repechos del valle, hasta la trompa audaz que se eleva olfateando las estrellas, el fulgente monstruo repliega varios kilómetros en sus rugosidades.

Allá sobre el azul distante de los horizontes chilenos, sus gibas se destacan con pureza hialina.

Para apreciar el conjunto de esas eminen

desierto.—8